Llamativo y esbelto, este batracio de altura de la orden anura escapa a la «mala suerte» que persigue a sus congéneres. De alguna u otra forma, todas las ranas y sapos andinos sufren las presiones humanas con rostro de crecimiento urbano y mercantilización de las creencias
Encontrarse con la rana trepadora Hypsiboas andinus en estado pasivo o en plena ejecución de sus espectaculares saltos es tener la posibilidad de observar a uno de los anfibios más vistosos del valle de La Paz. Una especie portadora de suerte y buena fortuna, según las creencias locales, un grupo especialmente afectado por el avance de la urbanización en las zonas de menor altura de la ciudad.
Conocida hasta hace poco como Hyla pulchella, la rebautizada Hypsiboas andinus es una rana de aspecto más bien tropical –considerando los tonos terrosos de otros batracios habitantes de la alta montaña– a causa del verde brillante de su piel. Un color que va desde el verde claro, cuando está bajo el sol, a tonos más oscuros o manchados, obedeciendo a su gran poder de mimetización. Una acróbata de aproximadamente 5 cm capaz de saltar 30 veces la longitud de su cuerpo: se estima que su salto sobrepasa el metro y medio de distancia.
Como los demás miembros de la familia Hylidae, la rana verde andina tiene largas patas traseras que, al igual que sus patas delanteras, terminan en discos adhesivos. Esa característica le permite dar saltos espectaculares y sujetarse a la superficie de plantas y piedras. La especie es muy reconocible no sólo por su color, figura y espectacularidad en sus saltos, sino también por el canto metálico de sus machos durante la etapa de reproducción, un clic-clic-clic sonoro con el que llaman a las hembras al apareamiento. Los hilidos son especialmente abundantes en Sudamérica aunque también se encuentran en Norte y Centroamérica, Eurasia y Nueva Guinea.
En el departamento de La Paz, esta pequeña batracia acróbata ocupa más bien los valles secos, puna y la parte alta de la selva húmeda montañosa o Yungas. Junto al robusto sapo Bufo spinulosus (2.000 a 5.000 m.s.n.m.), la esbelta rana es una de las especies anfibias de mayor distribución altitudinal (500 y 4.200 m).
A diferencia de todos sus parientes cercanos, la Hypsiboas andinus es la única de hábitos arborícolas. Pese a que su alimentación principal consiste en insectos acuáticos y terrestres así como arácnidos, gusta también de alimentarse de plantas. Árboles como el molle, arbustos como la retama y el agave o plantas hidrófilas como la totora u otras que crecen alrededor de los cuerpos de agua naturales son sus sitios de hábitat preferidos. Es un anfibio raro en los pajonales húmedos que se encuentran a más de 3.800 m.s.n.m. De hábitos diurnos y nocturnos, sus miembros se reproducen fundamentalmente en la noche. Los huevos que depositan están protegidos en masas gelatinosas que se adhieren a las plantas acuáticas. Sus renacuajos son grandes y de desarrollo lento en comparación con el de las especies emparentadas.
Urbanización versus hábitat
De evidente alta dependencia de la vegetación para su alimentación y reproducción, la Hypsiboas andinus provoca la preocupación de quienes estudian a los anfibios en la ciudad de La Paz. «Esta especie era más abundante en años pasados puesto que se podía encontrar hasta 20 ranas en una rama de molle o en el interior de una suculenta de agave. Posiblemente la drástica disminución de las poblaciones de los últimos años se deba al avance de la urbanización en las zonas de mayor altura en el valle, (avance) que destruye la vegetación que es parte de su hábitat», señala Patricia Ergueta en un informe para el Centro de Datos para la Conservación.
Por su parte, el biólogo Fernando Corro Ayala aclara que la urbanización es particularmente riesgosa para la especie porque, con el avance de las edificaciones, desaparecen los cuerpos de agua naturales: «Esta ranita depende de lagunas, juncales y zonas cercanas a cuerpos de agua con vegetación ya que es arborícola y deposita sus huevos en las plantas acuáticas».
Aunque también es considerada como portadora de buena fortuna, esta rana verde está libre de la persecución humana con fines comerciales –tal como ocurre con sus parientes Bufo Spinulosus o Telmatolius Culeus que son vendidos como artesanía, alimento o producto para la medicina tradicional– y es aún observable en las lagunas del Campus Universitario de Cota Cota o en algún jardín de las zonas bajas de la ciudad de La Paz. Todavía es una especie con relativa «buena suerte» en medio del crecimiento urbano y la mercantilización de las creencias a costa de la crueldad con los animales.
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