• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    Andrea Trapp: tijeras y tango

    Nacida en Bavaria, Andrea Trapp nos habla de su vocación por las tijeras y la confección, y de su vida  y su pasión por el tango. Quince años de vida en Bolivia

     

     

    Prendas artesanales y casi únicas. Así define Andrea Trapp  a las piezas que elabora en su casa-taller del barrio de Bolonia en el sur de La Paz, un espacio alejado del bullicio urbano donde experimenta con las tijeras y los textiles desde hace más de una década cuando despertó su vocación por la costura, una inclinación que rondaba por su  cabeza probablemente desde que era niña.

    Su entusiasmo por las agujas estuvo dormido por años. Nacida en Weiden Oberpfalz, muy cerca de la frontera alemana con la antigua República Checoslovaca, ya con 15 años estaba encaminada en la confección de prendas de vestir. Después, a inicios de los 80, con una formación técnica bajo el brazo, le tocó hacer sus prácticas en Manchester (Inglaterra). “Tener que hablar sólo en inglés fue un alivio para mí… ¡finalmente podía deshacerme de mi dialecto!”, dice hoy entre risas al referirse a ese momento y a su   marcado acento regional  de esos años. Luego vendría la aventura en África, en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde llegó para trabajar con la fabricante alemana de ropa interior femenina  Triumph International. Hasta ahí la experiencia industrial con las tijeras.  Posteriormente vendrían años más tranquilos en Ecuador y Alemania… hasta llegar a Bolivia acompañando a su esposo, un profesor enviado en misión educativa. Al poco tiempo de establecerse en La Paz, Andrea ya estaba comprometida con una obra social –la Fundación Arco Iris–, a la cual apoyó con lo que mejor sabía: cortar y dar uso a los textiles. Entusiasmo renacido, vocación renovada.

    De ahí en más, y ya de manera independiente, se dedicó a apoyar con la confección de vestuario a varias escenificaciones teatrales escolares –Colegio Alemán de La Paz– y a otras producciones de baile que terminaron sobre el escenario del Teatro Municipal de La Paz. Fue así como algo que empezó como entretenimiento, se convirtió en actividad generadora de recursos. Desde ese momento, la aventura con las tijeras se dio en cuatro frentes: poleras, bolsos, vestuario teatral para niños y, desde hace poco, prendas de vestir por encargo, indumentaria en la que destacan los Dirndls que confecciona para las amigas entusiastas del Oktoberfest de La Paz.

    “En realidad debería dedicarme a una sola línea. ¡Soy un caos!… sería mejor si me ocupara sólo de esto o de lo otro, pero hay días en los que estoy más inspirada para los bolsos u  otros para los abrigos”, nos comenta usando siempre ese tono de quienes son críticos humorísticos de sí mismos.

    Colores, brillo, fantasía

    Sus prendas destacan por sus originales e impensadas combinaciones, tanto de colores como de texturas y materiales. Andrea nos confiesa que ella disfruta de la confección sobre todo “cuando las  prendas le exigen un cierto toque de fantasía” en la mezcla de materiales: “Me gustan las texturas, el terciopelo, aquello que brilla… tal vez es por eso que me gusta involucrarme en lo artístico, en el teatro o en el baile”, añade.

    La oferta textil paceña está dedicada a los confeccionistas de mantas y polleras para atender la demanda de las mujeres vestidas a la usanza tradicional de la zona occidental de Bolivia. Pero, “buscando y rebuscando, es posible encontrar telas que se acomodan muy bien para la confección de blusas, abrigos, forros de cojines, bolsos y todo lo que se te ocurra. En la mayoría de los casos son telas vistosas y eso es también lo que busco, especialmente cuando se trata de prendas que van a subir al escenario”, dice al tiempo que sus ojos brillan.

    Pasión por el tango…

    ¿Y los amores? Andrea sonríe porque sabe que guarda un as bajo la manga: su pasión por el tango. Embarcada en ese ritmo casi de modo accidental, lleva ya 10 años de baile. “Bailando y ahora enseñando”, nos aclara.

    Al oírla es obvio que lo del tango en ella es un asunto pasional. “Bailar tango tiene que ver con tu cuerpo porque empiezas a darte cuenta de sus posibilidades, es como aprender a caminar de nuevo; con la concentración para los pasos y tu pareja; con el cuidado personal porque no te dejas estar en jeans todo el tiempo, sino que te vistes de manera especial cuando es el día de tango; también con el concepto de familia porque eso es lo que somos entre los ‘tangueros’: nosotros nos contamos nuestros asuntos, nos ayudamos,  intercambiamos parejas de baile. Es una forma distinta de conocer a las personas porque supone proximidad y respeto por tu pareja de baile y por el grupo.  Entrar en el mundo del tango es como entrar en otra órbita. Por dos horas es una dimensión en la que no importa cuánto tienes, sino cómo te mueves”, nos dice con una voz que amplifica el sentido de sus palabras.

    Una vida de muchos cambios y proyectos, intensa y llena de energía positiva, así es la vida de Andrea Trapp: con recuerdos e historias  cortados en  Europa, África y Sudamérica.

    TT-H/Artículo disponible en alemán.

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