Dos figuras históricas fundamentales en sus facetas desconocidas y conocidas: el hijo, el padre/compañero y el científico
Lo que se diga sobre La medición del mundo de Daniel Kehlmann puede tener, a estas alturas, un gusto rancio. Al final de cuentas es un libro que vio la luz el 2005. ¿Entonces vale la pena dedicarse a algo “tan viejo”? Personalmente creo que sí por cuatro razones: primero porque la novela narra, de forma innovativa para su tiempo, los paralelismos, disparidades y contrastes entre las vidas de Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauß, dos científicos que influyen hasta hoy en el conocimiento humano; segundo porque nos invita a viajar en el tiempo para explorar tierras americanas, en vísperas de sus revoluciones libertarias, y rusas, en los tiempos zaristas; tercero porque posibilita adentrarnos en el lado humano de dos figuras excepcionales y los personajes secundarios que vivieron a sus sombras; y, finalmente, porque nos permite sondear en los valores narrativos de una obra que está catalogada como el segundo título de lengua alemana originaria de mayor éxito en el mundo, después de El perfume de Patrick Süskind, además de escudriñar en el estilo literario de uno de los autores alemanes más prominentes de la actualidad. Con esos argumentos, la mesa está puesta para entregarse a su contenido.
A través de 16 capítulos que aluden a eventos, lugares, personas y afectos más significativos en la vida de Humboldt y Gauß, Kehlmann presenta a estas dos figuras en episodios alternos, pero en una historia continua con más de un clímax. De base histórica, la novela recurre a la ficción, siendo esta característica su mayor cualidad porque nos deja atisbar en un mundo de vidas ocultas por el tiempo y por la dimensión de las hazañas logradas por los personajes en la vida real. También fantasía, especialmente en el desenlace de la vida de Aimé Bonpland, el compañero de Humboldt en la expedición por América, en combinación con fuertes amarres en la realidad hasta llegar a un final abierto en el capítulo dedicado a Eugen Gauß, el hijo menospreciado del genial matemático.
En La medición del mundo, Kehlmann focaliza su narración en los viajes exploratorios de Humboldt y sus indagaciones científicas en ese Nuevo Mundo de principios del siglo XIX, y las anécdotas e investigaciones que marcaron la existencia de Gauß. Dos figuras contemporáneas afines y diferentes en su “expedición por la vida”.
Desde la perspectiva del lector latinoamericano, La medición del mundo muestra el mundo americano (Norte, Centro y Sudamérica actuales) en los albores de la retirada española: Estados Unidos, casi una pequeña comunidad protestante en ciernes, y las consecuencias geopolíticas de la revolución libertaria en los territorios colonizados por España. La pregunta recurrente en algunos pasajes: ¿Qué habría pasado si…?
Para el expatriado, el libro expone situaciones y sensaciones como la de los hombres distanciados de su cultura y lengua materna por mucho tiempo y, para el viajero del siglo XXI, abre escenarios que todavía hoy despiertan fantasías. Así, La medición del mundo, resiste el paso del tiempo y se mantiene como un libro que conserva viva la magia.
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